Soca. Diónys Cecilia Rivas Armas
Los cuentos de tradición oral, mantienen una función pedagógica y crítica, donde la ética y la estética enfrentan los conflictos, la violencia y la crueldad presente en muchos lugares del África y El Caribe, para dar lugar a la pasión y belleza establecida por las costumbres de estos pueblos, es decir se convierte en la esencia para reflexionar sobre la armonía de la vida, la paz y la naturaleza humana.
Esta sabiduría que viene desde la palabra profunda y sincera, es poseída por verdaderos o verdaderas libros vivientes, que recogen el conocimiento ancestral depositado y transferido en la memoria colectiva y se conserva de transmisión oral de madre a hija e hijo, de padre a hija e hijo, de maestro a discípulo. Pero la verdadera transmisión poética y amorosa para fortalecer los lazos afectivos en los patrones de crianza, como aprendizaje para la vida y conocimiento del valor familiar expresivo, sencillo y cálido viene de la palabra y el agradable sonido de ensueño de la matriz y vientre materno. Para Fernández (2012):
En la intimidad del hogar, es la mujer la guardiana de ese tesoro de los cuentos; es ella quien, por la noche, extrae del pasado los tesoros de los cuentos para que la noche no sea tan larga y los niños aprendan divirtiéndose (p. 53).
Sin duda, el cuento es el género literario oral de mayor significación, valor y amplitud, que heredó El Caribe del África Occidental, que en armonía con la tradición, nos revela lo sagrado, lo oculto, lo grandioso y belleza del pasado, donde se borran las fronteras entre el cuento, la leyenda, el mito y la fábula, a través de una representación imaginaria que nos revela una concepción del mundo, desde la realidad social del mundo colonizado y opresivo. Esta visión es sostenida por la investigadora cubana Mirtha Fernández (2012):
En África, el cuento refleja las aspiraciones y el modo de vida de los pueblos de esa región con un estilo realista, tanto por la lengua empleada, como por las descripciones. Estigmatiza defectos individuales como la estupidez, el egoísmo, la vanidad, la mala fe, la haraganería, la cobardía, la maldad; pero también, a escala social, exalta virtudes positivas para la sociedad: la solidaridad, la discreción, la hospitalidad. (p.52).
En este sentido, los cuentos representan en el África, una noción del mundo que desde la sabiduría, evoca la realidad cotidiana de los pueblos, dirigido a educar, recrear una historia o un principio moral que refleja las tradiciones y proverbios, bajos contenidos simbólicos hacia lo maravilloso y lo natural de las emociones esenciales del alma en conexión con el paisaje y los animales. A través de las actitudes físicas y comportamientos de los animales[1], en los cuentos africanos se filtran elementos de lecciones morales de la vida cotidiana. Mirtha Fernández (2012), señala que: “los africanos utilizan la sociedad animal como una réplica de la humana”.
Esta visión permanece en los cuentos tradicionales delas Islas de El Caribe, de ascendencia africana, donde los personajes son animales humanizados, pertenecientes a una jerarquía social. Por ejemplo, el Cuento de Tío Tigre y Tío Conejo, tradicional de algunas regiones de Colombia, Venezuela, Ecuador y El Caribe, son la representación y herederos de los personajes africanos de la hiena y la liebre, adaptados a la fauna propia del “Nuevo Mundo” o mejor dicho de nuestro mundo. Los dos grupos representan la lucha del poderoso con el más débil, donde se encuentra la fuerza bruta, la inteligencia y la astucia en busca de la libertad frente a otro que lo oprime. Para Cortés (1998): “como representación simbólica de la realidad social de un mundo colonizado, el cuento antillano – además de ser revelador de esa sociedad – constituye una fuerte crítica al sistema colonial y esclavista” (p. 162).
A continuación, se presentará un cuento vinculado con un hecho histórico de las Islas francesas, cuando luego de haberse producido la abolición, el régimen esclavista es restablecido, donde se manifiesta una gran represión y opresión, donde el miedo, el desvelo y el recuerdo quedó “ancestralmente anclado”.
La Société des Rats – La Sociedad de los Ratones [2] (versión libre)
- ¡Cric!
- ¡Crac!
... Y sucedió, Señoras y Señores, que estaba la Comadre Rata.¡Cric!
- ¡Crac!
- Es decir estaban todos: estaba el Señor Gobernador Rata, estaba el Procurador Rata y estaba el General Rata. Y todos ellos conformaban una gran sociedad. Y… ¡Cric!
- Y… ¡Crac!
- Sucedió que murió uno de los gatos, y todos los ratones organizaron una fiesta para celebrar la muerte del gato. Los ratones miraron al gato y vieron que estaba bien muerto. ¡Cric!
- ¡Crac!
- Entonces cogieron al gato…, arrastraron al gato… y lo llevaron así por todas partes. Después organizaron una gran fiesta para celebrar la muerte del gato. Ya no quedaba ni un solo gato que pudiera venir a comérselos. Y… ¡Cric!
- Y… ¡Crac!
- Entonces empezaron a arrastrar el gato:
¡Halen! ¡Vamos, hálenlo! ¡Parece que nos mira!
¡Halen! ¡Vamos, hálenlo! ¡Parece que nos mira! ¡Cric!
- ¡Crac!
- Los ratones arrastraron y arrastraron al gato y lo llevaron así y lo pusieron a la orilla de un hueco.
Allí, todos reunidos, le hicieron un sermón, le hicieron una linda conferencia al gato, un discurso con palabras muy bonitas.
¡El gato estaba bien muerto! Ya no quedaba ni un solo gato que pudiera comérselos.
Desde entonces, ¡ya todos los ratones iban a poder vivir a sus anchas sobre la tierra!
Ese mismo día, a las doce exactamente, ¡le hicieron el entierro! Y… ¡Cric!
- Y… ¡Crac!
- Pero sucedió, Señoras y Señores, que cuando los ratones enterraron al gato, estaban convencidos de que ese era el último y de que ya no quedaban ni un solo gato sobre la tierra.
- ¡Todos los ratones de esa gran sociedad creían que se había muerto el último gato! ¡Misticric!
- ¡Misticrac!
- Y sucede, que cuando la Señora Gobernadora Rata caminaba, como era tan, tan robusta, de cada lado de su cuerpo le salía como una canción:
¡Tralátralalú!
¡Lu tralalú!
¡Tralalútralalú! Y… ¡Cric!
- Y… ¡Crac!
¡La señora Gobernadora Rata también creía que todos los gatos se habían muerto y que ya no quedaba ni uno sobre la tierra!
Y ahí, en el entierro, estaban reunidos todos los ratones.
Estaba todo el pueblo para enterrar al gato que se había muerto. Si, ellos creían que todos los gatos estaban muertos. Y… ¡Cric!
- Y… ¡Crac!
Pero los gatos, que se las saben todas, estaban bien, bien escondidos mientras los ratones terminaban de celebrar su fiesta.
Y entonces, Señoras y Señores, como todos saben,… ¡del dicho al hecho hay mucho trecho!
Sucedió que los gatos empezaron a lanzarse sobre ese delicioso banquete que eran los ratones. Y… ¡Cric!
- Y… ¡Crac!
- La primera persona que perdió la vida ¡fue la Señora Gobernadora! Un gato la cogió de primera. Y al Gobernador Rata… a él también lo agarraron sin que pudiera soltarse.
Cuando los gatos ya los tuvieron a todos reunidos, se los comieron uno por uno hasta quedar saciados de ratones. Y… ¡Cric!
- Y… ¡Crac!
- Y por eso, desde ese día y hasta el día de hoy, aunque los gatos de las ciudades ya no comen ratones, cuando éstos oyen maullar un gato buscan, sin embargo un hueco para esconderse! Y… ¡Cric!
- Y ¡Crac!
Desde este cuento se muestra la recreación de una simbología del pasado colonial y opresor, donde los animales son dibujados con precisión para develar las características humanas y sus defectos con fineza psicológica y sabiduría. Dicha animación está expresada en un contenido latente, ya que para su comprensión es necesario conocer la realidad y el contexto donde fue creado.
En este caso, el cuento se recrea en El Caribe colonizado, donde se figuran animales que representan fielmente al amo (gato) y a los esclavos (ratones), estos últimos logran romper los lazos de la tiranía y desde cantos y danzas celebran su libertad. Sin embargo, fueron engañados y los ratones junto a sus líderes fueron ferozmente atrapados y destruidos moralmente por los gatos (amos).
Esta visión de dominio quedó arraigada en muchas islas de El Caribe y aunque ahora los gatos no se comen a los ratones, continúa la opresión y hegemonía para la discriminación y sometimiento de los pueblos. Como bien lo señala Fernández (2012) en los cuentos del África: “los animales también encarnan características humanas”, en El Caribe persiste el universo del cuento con la magia de la fauna caribeñaque relatan la vida cotidiana y ancestral, con la imaginación y riqueza de la tradición oral heredada para el aprendizaje en la crianza de las niñas y niños.
Referencias Bibliográficas
Cortés, R. (1998). La Sociedad de los Ratones, un cuento de las Antillas Francesas. Revista Forma y Función N° 11. Departamento de Lingüística. Santafé de Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
Fernández, M. (2012). A la Sombra del Árbol Tutelar. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales.
[1] La liebre es la maldad personificada y la hiena representa la bajeza moral y cobardía.
[2] Este texto pertenece a la colección de cuentos recogidos por la antropóloga martinique laIna Césaire y J. Laurent (1977), durante velorios y reuniones en las islas de Martinica y Guadalupe. El texto original del cuento está escrito en créole.
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