Octavio Sisco Ricciardi
Símbolo es un término que procede del vocablo latino simbŏlum empleado para hacer referencia a aquello que permite incorporar una idea percibida mediante los sentidos. Los símbolos no cuentan con una semejanza o un vínculo de contigüidad respecto a su significado: funcionan por una convención, no obstante, se inspiran en conceptos reales, míticos o legendarios. Por tanto, es una figura o divisa con que, material o verbalmente, se representa un concepto moral o intelectual. Por ejemplo, el escudo es un símbolo tradicional cuyo uso se pierde en la noche de los tiempos. En la actualidad, las naciones usan escudos de armas como parte de sus símbolos patrios. Igualmente, las religiones y otras confesiones se valen de símbolos que en formas plásticas, escritas u orales, condensan tradición y devoción. La cultura pop no es ajena a la forma simbólica para imponerse o llegarle a su público: marcas comerciales, lemas, logotipos, canciones, series de culto, entre otras expresiones que permitan asociarla a sus productos.
El origen del escudo de armas se remonta a la antigüedad como elemento de defensa para protegerse del ataque de los enemigos, aunque su uso se sistematiza en la Edad Media alrededor del siglo X utilizándose no sólo en la guerra sino también en las justas y en los torneos como escudos de armas. Al uso de los escudos, se le incorpora banderas, pendones y escarapelas o crespones como forma de autoafirmación del grupo frente a los otros. Junto con estos elementos materiales, se le adicionan consignas, cantos o marchas, generalmente, de corte militar. De allí que en la mayoría de los países, esa tradición haya permeado sus himnos nacionales en que prevalecen esas cadencias rítmicas.
En el caso de países, los símbolos patrios los identifican como naciones soberanas. Son signos que los distinguen de sus vecinos. Una autodeterminación que une a un pueblo en colores, canciones y signos frente a vecinos cercanos o lejanos en este complejo mundo. Son la representación del espíritu de sus héroes, próceres e incluso, personajes legendarios, de su historia, origen, manifestados en animales reales o míticos, armas, flora, topografías, colores, cintas, cuerpos celestes, elementos de sus propias culturas.
Al sur de Caracas, en el eje cívico del sistema de La Nacionalidad se encuentra la plaza Los Símbolos, donde se erige un conjunto escultórico, que es el hito de la rotonda, quizás una de las obras más acabadas del escultor Ernesto Maragall. Construido en la década de 1950, el sistema urbano La Nacionalidad funge de conector entre la Casa de los Saberes civil, la Ciudad Universitaria de Caracas con la Casa de los Saberes castrense, la Academia Militar. Fue proyectado por el arquitecto Luis Malaussena, construido entre los años 1945 y 1953, e inaugurado por el presidente Marcos Pérez Jiménez en 1956.
De resonancia formal decó, se alzan ceremoniosamente sobre un monolito de mármol, en bronce monumental, la alegoría de nuestros símbolos patrios, síntesis del gentilicio venezolano: la mujer blanca que idealiza al pabellón tricolor, el indio que porta estoicamente el escudo de armas y el negro quien alzando una tea entona hacia el infinito el himno del glorioso bravo pueblo. Con esta obra se da inicio a la construcción del sistema de la Nacionalidad.
Un dato curioso sobre la alegoría de la bandera: el rostro de la figura de una mujer blanca, ubicada sobre el nivel más alto de la composición, de desnudo pecho que eleva en su mano derecha una corona de laureles, es la imagen de Susana Dujim. El mismo año en ser coronada como la mujer más hermosa del mundo, Susana, de 19 años, posó en el taller del maestro Maragall, que estaba ubicado en Caracas.
La Plaza, el conjunto escultórico así como todo el sistema urbano de la Nacionalidad, ostentan la condición de Bien de Interés Cultural del país declarado por el Instituto del Patrimonio Cultural el 29 de enero de 1999.