Octavio Sisco Ricciardi
Carl Gustav Jung, el destacado psicólogo y ensayista suizo, afirmaba que "Uno no se hace iluminado al imaginar figuras de luz, sino al hacer consciente la oscuridad". A pesar de las rémoras asfixiantes de la tecnología del mundo de hoy, con una ciencia que ha venido dando respuestas áridas, sumamente mecánicas, materialistas, bajo una visión alienante, la magia y los milagros se mantienen anclados en nuestras vidas para darnos mayor luminosidad.
Es probable que para muchos no les suene el nombre de Dolores Rengifo de Ramírez. Para otros, devotos del culto de la Sagrada Familia Jesús, María y José, sigue vigente y perdura, en especial en Los Cortijos de Sarría, cercano a otro caraqueñísimo sector de la parroquia La Candelaria.
Nos encontramos en la Caracas de los años 40, en el intervalo de los gobiernos de Isaías Medina Angarita, Rómulo Gallegos y la Junta Militar presidida por el novel presidente Carlos Delgado Chalbaud. Doña Dolores, mujer devota y de firmes creencias, se hacía decir portavoz del mensaje salvador del Hijo de Dios, redención que se lograría a través de la paz, la fraternidad y la oración. Ella supo combinar elementos religiosos y paganos unidos a su excepcional capacidad de convocatoria y la proyección social que tuvo y que aún tiene, la Sociedad Jesús, María y José, entidad creada para perpetuar los fines, propósitos y objetivos del discurso de Dolores a partir de su carismático e incuestionable liderazgo. Un acontecimiento inusitado un poco antes, la impulsó a invitar a feligreses a la devoción de la Sagrada Familia. El 3 de octubre de 1934, afirmaba Dolores haber recibido un mensaje de Jesús, iniciándose a partir de esa fecha la procesión de la imagen de Jesús, María y José con una concurrencia importante donde se da cita todo el caleidoscopio social del país, con visitantes de todas las esquinas de Venezuela, así como también de lugares tan distantes como México, Colombia e islas vecinas del Caribe.
Pero sería otro evento que marcaría su vida y de las muchos. Se cuenta que el 27 de septiembre de 1942 cuando la piadosa doña Dolores al comprar un pan para ser obsequiado a una amiga, al sacarlo de su bolsa, el mismo tenía la forma de un corazón adornado con una corona de espinas y labrado el nombre de Jesús. Desde ese día, el pan se encuentra colocado en una caja de madera y cristal en el centro del altar de la capilla Jesús, María y José de la calle real de Los Cortijos de Sarría, venerado todo el tiempo, pues la señora que habitaba esa casa donde se había arreglado la capillita, estaba dispuesta tanto de día como de noche a dar acceso a creyentes, devotos y curiosos, práctica que aún permanece intacta luego a casi 80 años. Tradición oral que está oficialmente reconocida como Bien de Interés Cultural de la Nación.
El horario de acceso indiscriminado para la veneración del milagro y la Sagrada Familia, inspiró adicionalmente el nacimiento del conocidísimo aguinaldo cantado en la más significativa época del año, la de Adviento y Navidad: “La capilla está abierta”. Ese aguinaldo, cantando también en las parrandas de calle, constituye uno de los repertorios obligados en las pintorescas misas de aguinaldos o misas de gallo, celebradas en la aurora de los nueve días antes de Navidad, como penitencia y manifestación de fe, en homenaje a La Sagrada Familia de Nazaret. Y es que la iglesia católica venezolana celebra con especial énfasis el llamado tiempo de Adviento, la preparación al nacimiento del Niño Jesús.
Se atestigua que la autora de ese sencillo y hermoso aguinaldo fue doña María Nicomedes Hernández de Díaz, quien supo de la devoción en La Capilla de Sarría y conoció personalmente a doña Dolores. Posteriormente, sería la agrupación musical Infantil “Los Tucusitos” fundado el 4 de noviembre de 1959, en la Escuela Nacional “Crucita Delgado” de La Pastora, bajo la dirección de su fundador, el profesor Moisés Peña, quien la hiciera popular. ¿Quién no recuerda el estribillo? “La capilla está abierta de noche y de día, rezaremos todos tres Ave María”