Octavio Sisco Ricciardi
Desde su estreno a mediados del siglo XVIII, “El Mesías”, el oratorio compuesto por Georg Friedrich Händel, se ha convertido en una de las obras musicales más interpretadas de la historia, y ha recorrido el mundo. La segunda parte está basada en la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo y termina precisamente con el coro “Aleluya”, la pieza más conocida, usada incluso como recurso humorístico y memes para remarcar algún triunfo.
Pero hay otra “Aleluya” en el mundo hispanohablante, mucho antes que la canción “Hallelujah” del cantante canadiense Leonard Cohen (publicada en su álbum Various Positions en 1984) que me atrevería a afirmar que lo supera. “Aleluya, n° 1” del polímata español Luis Eduardo Aute Gutiérrez, músico, cantautor, director de cine, actor, escultor, escritor, pintor y poeta, compuesta en 1967. Ese mismo año, un joven venezolano, nacido en Caripito, estado Monagas hizo suya esa canción con una interpretación casi angelical. Su nombre: Alexis Enrique Navarro Velásquez, más conocido como Cherry Navarro.
A los 14 años cumplidos se traslada junto con su familia a Caracas, donde reside en la urbanización de El Valle, donde continúa su vida estudiantil. Es en la escuela donde conoce a quien va a ser su mejor amigo: José Luis Rodríguez «El Puma», con quien va a formar, además de otras amistades, su primer conjunto denominado "Canaima" que estaba destinado a tocar en fiestas y reuniones. Inicia su formación musical estudiando solfeo, trombón y piano en la escuela «José Ángel Lamas». Canta en el programa televisivo «Club del Twist» y luego integra el conjunto de Chelique Sarabia con quien se inicia en la televisión, logrando presentarse en los programas de variedades más conocidos de ese momento entre ellos los conducidos por el músico y compositor Aldemaro Romero, el presentador Alfredo Ledezma y el también productor televisivo Renny Ottolina.
En 1962, conoce a quien sería su primera esposa, Belkys Montero y luego de dos años de noviazgo tiene a su único hijo José Enrique. Luego de su separación, se dedica por entero a su carrera, aunque ya empezaba a ser reconocido. A raíz de sus presentaciones en el espacio «Cada minuto una estrella» dirigido por el propio Sarabia, este último logra convencer al empresario y músico Renato Capriles para que integre la plantilla de su orquesta "Los Melódicos", en 1966 con la cual grabó algunos temas sencillos en 45 rpm y un disco LP. Posteriormente, renuncia para seguir carrera como solista.
Ese año, conoce a la ex miss Venezuela 1965, la modelo María de las Casas McGill con quien inició públicamente una nueva relación. Gracias a los contactos que ella poseía por ser reina de belleza, Cherry Navarro logró ser introducido en medios sociales selectos. Esto le sirvió para que ella eventualmente se convirtiera en su Jefe de Relaciones Públicas y Mercadeo.
La versión e interpretación del “Aleluya” de Aute fue un éxito sin precedentes en el último tercio de los revoltosos años 60. Durante una gira por Colombia, México, las islas de las Antillas y España, donde comenzó a apuntalar su imagen y prestigio artístico, descubrió que tardaban en cicatrizar las heridas que se hacía al afeitarse. A su regreso a Venezuela, después de presentarse nuevamente en el "Show de Renny", como continuaron sus problemas de coagulación sanguínea y tuvo una hemorragia nasal, fue trasladado al Hospital Vargas de Caracas, donde se diagnosticó que padecía aplasia medular y fue hospitalizado para someterle al tratamiento respectivo.
Lamentablemente esa voz que prometía una carrera exitosa, se apagó una mañana del 28 de septiembre de 1967. Su muerte causó conmoción no solo en el mundo del espectáculo sino en el público. Se supo que una joven de 17 años residenciada en el sector de El Manicomio, se había quitado su vida al enterarse de la muerte de Cherry.
Finalmente, a las dos de la tarde del día siguiente, entre lágrimas, flores y el coro de ese mismo “Aleluya” que logró consolidarlo como cantante, fue sepultado en la bóveda 59-53, III Cuerpo, Sector Sur, del Cementerio General del Sur.
Tomamos prestado el último estribillo del “Aleluya” de Händel, “for ever and ever” porque este cantante que marcó a toda una generación, aún puede escuchársele en un rincón radial de alguna casa venezolana, por tanto merece ser reconocido como portador cultural del país.
¡Aleluya, Cherry! Por siempre.